El payaso de los ojos torcidos.

Siempre tuve una frase de cabecera: "la vida en bondi". Desde que empecé a laburar cuando iba al colegio, diversos fueron los lugares que visité con lineas como el 172, 166, 624, 242, 96, 159 y 88 precisamente.

Pero viajar en colectivo no es solamente sentar las caderas en un sillón maltrecho y esperar a que llegue la parada correspondiente. Te pasan cosas, se viven situaciones. Desde un nenito que vomita, hasta los que se hacen los dormidos para no darle el asiento a la embarazada. Desde choques inesperados, hasta riñas de chicas en minifalda a las 6 de la mañana. Ni hablar de esos momentos donde el chofer se transforma en el conductor de una lancha que avanza a toda maquina en una Avenida Rivadavia completamente inundada.

He visto que afanen, que se besen, que se duerman, que lloren, que rían. Que se enteren que falleció un familiar por celular, hasta una piba que le decía al novio que estaba embarazada. Pero nada como lo de hoy, que les paso a comentar.

Se me hizo costumbre usar auriculares mientras viajo a Capital. Viaje largo, engorroso y por lo general, acompañado por la cumbia de agudos metálicos del celular de algún compañero de viaje." Estoy", pero mi mente viaja por algún lugar donde me lleve la música que tenga en ese momento. En este caso sonaba "In the flesh", de Pink Floyd, cuando de repente veo subir a un chico de unos 28 años, vestido de forma londinense, pero con una cresta azul. Aspecto punk, apaciguado por el celeste de sus ojos y una sonrisa compradora. Pero tenía un megáfono.

Ante semejante contradicción para ser las 9 de la mañana viajando ya por Ramos Mejía, me saqué los auriculares. El chico en cuestión, empezó a hablar de las casualidades. Nada de lo que ocurre en nuestra vida es casualidad. Todo es por algo, y ninguna de las personas que viajaban en ese 242 hasta Liniers estaban ahí de forma aleatoria. El destino había querido que todos juntos, estemos en ese momento escuchándolo. Así se presentó.

Varios chistes de por medio haciendo alusión a la fealdad de su rostro, por sus ojos que tendían a ser bizcos (aunque sinceramente, jamás me percaté hasta que lo dijo, e insisto, no lo era), empezó a repetir de forma apasionada a través de ese megáfono palabras que muchas veces repetí incansablemente, pero que necesitaba escuchar una vez más. Dijo algo así:

"Entendí que mi misión en este mundo es ir despertando gente. Que la rutina nos adormece de forma tal, que nos olvidamos de que somos nosotros mismos el cambio que estamos buscando. Que el día del ser humano, tendría que ser patentado para festejarse todos los días, y que como seres espirituales, tenemos el don de las ideas, y las ideas se materializan ¿Sino porque cuando estamos mal, las plantas se marchitan, sin embargo cuando les decimos dulces palabras, crecen más que nunca? Materializamos ideas, a través de las palabras y nuestros actos. La vida eterna es el hoy. No es el ayer, por más que lo pensemos constantemente, ni es el mañana. Y si actuamos ahora mismo como sentimos realmente, sin sentir miedo, vamos a vivir con amor a la vida misma, y nos ganamos la eternidad. No sentimos vergüenza de putear al del coche de al lado cuando nos frena de golpe, pero si de demostrar el cariño por el otro o el reírse ahora mismo de este momento. Despiértense, hoy estoy yo, arriba de este colectivo para decírselo con un megáfono ¿Qué más necesitan? ¿Van a seguir dormidos, viviendo en un mundo material manejado por los bancos? ¡Cuando la verdadera felicidad se encuentra en seres que se cruzan en tu vida por casualidad y te terminan enseñando que todavía la pureza del pensamiento y los sentimientos bien intencionados todavía existen! Reite ahora, de los chistes que te conté, de este momento que vivís, de esa persona que te hace olvidar de lo malo de esta vida cuando te regala sonrisas cómplices e inocentes... porque hay todo un aparato oscuro por detrás que quiere que veas violencia, muerte, asesinatos, saqueos, sexo explícito, crímenes, inseguridad y guerra a través de la televisión. Visualizate bien, querete bien, es lo que te va a sacar adelante siempre... -y acá es donde termina con una frase ya conocida por mi hace tiempo - nunca va a estar más oscuro, que antes del amanecer".

Esto lo grabé, porque empezó haciendo chistes más superfluos hasta que me di cuenta que la cosa se iba poniendo seria y que, como no soy de escucharme mucho a mi misma, por más que siempre tenga la disposición para escribir, como en este caso, me queda en el celular para despertarme cada vez que empiece a adormecerme.

Él se bajó. Yo me volví a poner los auriculares, mientras me sequé las dos lágrimas que se me cayeron, por contener esas ganas locas de empezar a subirme a colectivos con un megáfono.